56

No había cosa que más la enorgulleciera que los platos que cocinaba con los productos de su huerto.

Sus zanahorias, sobre todo, eran apreciadas por todos sus conocidos como las más sabrosas.

Liath

55

No podía ser de otra manera, tenía que ser una diosa o un espíritu de la naturaleza...

Su cuerpo desnudo estaba cubierto de flores que cubrían lo justo, aunque a ella no pareciera importarle su desnudez, ya que campaba a sus anchas por el bosque.

Liath

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Su hogar...

El fuego de la chimenea y la grata compañía de su familiar y la gente que amaba.

No necesitaba más...

Liath

53

Sacaba su vitalidad de los árboles.

No sólo nutría su cuerpo, tocándolos nutría también su alma con su energía y se hacía alta, fuerte y, sí, sabia.

Liath

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Las velas no son sólo un elemento decorativo, no para ella.

Al encender una vela llama a su espíritu guía, le pide consejo, que ilumine su camino...

Liath

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Ella no podía,pero sabía de gente que veía las almas de los difuntos vagar por los caminos...

Forman fantasmales expediciones que los mortales no pueden ver, pero sí sentir en forma de escalofríos.

Liath

49

Coleccionaba, también, piedras...

Aunque a ella no le importaba su corte, su talla o su subjetiva belleza. Le interesaban sus propiedades y en qué modo podía usarlas.

Liath

48

Los llamados “seres irracionales” son, a veces y con creces, mejor que el mal llamado “ser humano”.

No critican, no envidian, no matar por placer... ¿de verás te crees con derecho a llamarlos bestias?

Liath

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Allí estaba la Diosa representada en su triple forma.

No sintió miedo, sabía que mientras estuvieran presentes los tres aspectos de la Madre nada la dañaría.

Liath

46

El noble dragón perseguía incansable al malvado ladrón que robó el tesoro más preciado de su reina y señora: su corazón...

Liath

45

Aquella hermosa figura no podía haber aparecido en un lugar más apropiado...

La angélica, en todo su esplendor, ofrecía cobijo al dorado ángel que se le apareció.

Liath

44

Flores.

Flores por todos los rincones de su jardín...

Flores en todas las estaciones.

Estallidos de color en mundo cada vez más gris.

Por eso, ella era tan feliz en su hogar.

Liath

43

Nunca había visto una llama tan de cerca.

De hecho, hasta entonces, le costaba distinguir entre llama y alpaca, lo cual no le impedía admirar al bello animal que tenía ante sí...

Liath

42

Los días de cosecha eran importantes, claro, pero a ella le gustaban más los días previos, cuando paseaba entre los árboles aspirando el aroma de la fruta y comprobando lo poco que quedaba para recogerla.

Liath

41

A veces, todo era tan sencillo como soplar un diente de león y pedir un deseo.

Liath

40

Apenas había comenzado el otoño, pero su cabeza ya estaba organizando cómo iba a ser su Navidad...

Sin duda el acebo estaría muy presente en su hogar.

Liath

39

Y llegó el tiempo de la cosecha, y tan generosa fue la Madre Tierra que ya no tenía excusa para no preparar su famoso pastel de calabaza.

Liath

38

¿Quién puede negar que el tiempo vuela?

Aunque en ocasiones nos parezca que las agujas se estancan y el tiempo no corre, al echar la vista atrás ves que ha transcurrido media vida...

La cuestión es: ¿cómo la has vivido?

Liath

37

De vez en cuando, la hermosa Diosa abría los ojos y se asomaba al mundo.

Cada vez lo hacía menos y se retiraba cada vez más triste y asustada...

Liath

36

Adoraba visitarla, y no sólo por lo agradable que era su compañía, lo reconocía...

Su casa olía a pastel porque siempre había pastel recién hecho esperando a que ella llegase.

Liath

35

Honestamente, no era una imagen agradable y le daba pena el animal abatido, pero es el ciclo de la vida y debe aceptarse...

Liath

34

Ardía en el caldero la llama de sus deseos.

Ahora, más que nunca, su deseo era la PAZ. Que nadie odiara ni matara a sus semejantes.

Liath

33

Le gustaba observar a los pájaros y, aunque no era ninguna experta, se enorgullecía de reconocer a alguna que otra especie.

Liath

32

Las leyendas hablaban de temibles y gigantescas serpientes marinas que engullían navíos enteros...

Ella jamás sintió miedo al navegar y, un tanto decepcionada, nunca vio ninguna.

Liath

31

Así como hay gente que cree en las Musas a la hora de recibir inspiración, otros piensan que existe un ángel inspirador para cada arte.

Liath

30

Lo mejor de aquella visita fue volver a casa con parte de la cosecha.

Al cocinarla, al comerla, recreaba el lugar de donde venía...

Liath

29

Se acercaba esa época... y estaba emocionada.

Tanto, que ya le parecía oler las deliciosas galletas de jengibre de su abuela.

Liath

28

¿Qué extraña conjunción planetaria se dio aquel día para que, al fin, se dieran cuenta el uno del otro y se unieran al fin?

Liath

27

Y así acabamos todos...

Seres enganchados a dispositivos, sin ver nada de lo que pasa a nuestro alrededor.

Olvidando todo y a todos. Todo, menos cargar nuestros aparatos o salir sin ellos, claro.

Liath

26

Verle y no poder tocarle era como ver una hermosa flor marchitarse...

Dolía tanto que no podía soportarlo, así que se alejó fingiendo un asunto urgente en otro lugar.

Liath