Mientras las calles estallaban de júbilo con la gente celebrando el nuevo año, Claudia disfrutaba de su recién estrenada soltería, sonriendo por primera vez en meses.
Liath
Mientras las calles estallaban de júbilo con la gente celebrando el nuevo año, Claudia disfrutaba de su recién estrenada soltería, sonriendo por primera vez en meses.
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En su desesperación, rayana en la locura, estudió mapas y cartas astrales, buscando respuestas a lo que ya no tenía solución.
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Elisa, que siempre aborreció todo contacto con la naturaleza, aprendió a convivir en ella y se convirtió en una experta en las especies de aves locales.
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El viaje no fue como esperaba: retrasos, equipaje perdido, compañeros de viaje indeseables...
Pero volver a casa y volver a verla, lo compensaba todo.
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Volvía a casa con tristeza, pensando en que se había perdido la celebración.
Ni imaginaba que todo se había pospuesto esperando su regreso.
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Jimmy ya no sabía qué creer respecto a Santa, pero cumplió con el ritual anual para no defraudar a sus hermanos.
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Las velas eran el último detalle.
Encendidas junto a la ventana, eran la señal para que, cuando llegase, supiera que le estaban esperando.
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Tanta publicidad obligando a ser feliz y a ser generoso y gentil la crispaba, haciendo que estas fechas no fueran las mejores del año.
Pero en ocasiones como ésta, se volvía a ser sentir un poco niña y se dejaba llevar, sin pensar en nada más.
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Libre, al fin, de aquel trabajo que tanta ansiedad le producía, Alba disfrutaba de su recién estrenada independencia laboral.
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Los miembros del consejo miraban consternados el trono vacío, sin atinar a comprender qué razón había llevado al rey a abandonar su puesto.
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Inés era, sin duda, la niña más fuerte y valiente del mundo.
Su pequeña afrontaba sin queja todas las pruebas a las que veía sometida a causa de su enfermedad.
Y sin perder su maravillosa sonrisa.
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Con el mismo cuidado y atención con que realizaba cualquier trabajo, Ceci rellenó el saquito ritual que Álvaro portaría durante su viaje.
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Se llamaban a sí mismos civilizados e ilustrados, pero no dudaban en asistir a esos espectáculos macabros, y disfrutar de ellos.
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El mural reflejaba todo lo que los pequeños querían de sus vidas, y lo que echaban de menos en ellas.
El muchacho se acercó al lago donde las mujeres se bañaban desnudas, sin sospechar que su alegría y aparente desenfado eran una trampa mortal.
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Hilas y las ninfas - John William Waterhouse
Aunque a sus padres les pareció una idea tronchante gastar aquella broma, Jimena no lograba entender qué podía haber hecho tan malo como para merecer aquello.
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Más tarde intentaría convencerse de que había sido una alucinación, provocada por el cansancio.
Pero lo que vio fue a su hijo flotando sobre la cama de Alberto y susurrándole al oído algo que le hizo sonreír.
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Iris contempló embelesada el vuelo del hada ante la divertida mirada de sus padres, que presumían de la fértil imaginación de su pequeña.
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Pero eso no podía ser, ¿no?
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No supo realmente cuán helada estaba emocionalmente, hasta que notó el calor de su pecho contra el de ella.
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Desesperado, intentó mil estratagemas para engañar a los dos leones que le acosaban, pero su mirada hambrienta le hizo darse cuenta de cuál sería su suerte.
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Nada pudo hacer por salvarla pues su fuerte carácter pudo más que el instinto de supervivencia.
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Su sorpresa fue mayúscula al encontrar el vinilo que tanto amaba su padre, y que le hizo querer dedicar su vida a la música.
Aún sabiendo que se meterían en problemas, los pequeños decidieron liberar al animal que con tanto empeño habían capturado sus mayores.
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