En el fondo de la caja, un bonito grabado con una geisha le contemplaba.
Liath
Cuando vio el símbolo masónico, comprendió dónde le había llevado Álvaro y su insistencia en ir allí.
Liath
Justo cuando creía que nada podía mejorar el momento, descubrieron a dos garzas que, como ellos, completaban su cortejo.
Liath
Sentada en el campo dejaba pasar las horas estudiando.
Ahora que él la había dejado podía centrarse en sí misma y conseguir lo que deseaba realmente.
Liath
En los momentos que su enfermedad le permitió, había pintado su aldea, tal como la recordaba de su niñez.
Liath
Imitando a los grandes directores, simuló enfocar cómo rodaría a su personaje favorito, consiguiendo que ella se partiera de risa.
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Traviesas, las pequeñas liebres salieron a campo abierto a jugar bajo la atenta mirada de la Luna.
Liath
Liath
Aquel libro la tenía atrapada.
Tal vez porque la historia era espeluznantemente similar a su vida.
Al final, la solución -o parte de ella-, fueron los largos paseos en que hablaron claramente y desvelaron sus miedos.
Liath
La noche debió de ser una fantasía de alcohol, porque no recordaba cómo había llegado al hotel ni quién era la morena que dormía a su lado.
Liath
Su idea era genial y aportaba la solución para el problema provocado por los altos mandos.
La cuestión ahora era: ¿harían caso de su propuesta si la contaba ella?
Liath
La ciudad había cambiado mucho, pero algunos barrios, como el suyo, apenas presentaban cambios.
Caminando por las conocidas calles se sintió arropada y menos sola.
Liath
La lluvia al fin cesó, dando un respiro a la triste comitiva.
Tan sólo Alfredo con el alma tan negra como su vestimenta pareció no darse cuenta.
Liath
Siempre admiró la belleza y la fuerza del león.
Por ello no dudó en invocar al fiero animal cuando le tocó plantar cara a aquella fea situación.
Liath
Llegó el día.
A pesar de su aparente seguridad no pudo evitar los nervios ante la operación que ya iba a comenzar y que, según aseguraban, cambiaría su vida.
Liath
En la cartera de su padre encontró la fotografía de una mujer que no era su madre.
¿Quién era?
Y ¿por qué fue tan importante para él como conservar su imagen tantos años?
Liath
Si la X marcaba el lugar, debía ser una broma pesada porque allí no había nada ni nadie, salvo ellos.
Liath
Sabía que debía desconfiar del desconocido recién llegado, pero su cuerpo lleno de soles tatuados la sedujo y se acercó...
Liath
Adela, mi hermana mayor, nunca fue cariñosa conmigo -juraría que me odió toda su vida.
Ahora que se había ido, recogiendo sus cosas, encontré sus diarios y, en ellos, las respuestas a sus acciones.
Arquímedes vigilaba el fuego del hogar, en espera de que su dueña terminara de seleccionar los ingredientes para el caldero.
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