Con el mismo espíritu que realizó el conjuro y el resto del ritual, trenzó las hojas para conformar la muñeca que atraería lo que ansiaba su corazón.
Liath
Con el mismo espíritu que realizó el conjuro y el resto del ritual, trenzó las hojas para conformar la muñeca que atraería lo que ansiaba su corazón.
Liath
Tantos años soñándole y esperándole (aún sin saberlo) y ahora que lo tenía junto a mí apenas podía creerlo.
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Al, ya de por sí, penoso camino de regreso, parecía que el sol derramase sobre él un calor salido del averno y el viento quisiese evitar que llegara a su hogar.
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Aquellas malditas monedas que tanto le emocionaron al verlas brillar bajo el agua y que provocaron aquel brillo en los ojos de Luis al ver su ilusión.
Malditas monedas que hicieron que perdiera lo más valioso que tenía.
Liath
No dudó un instante en aceptar la invitación.
Comenzaba su nueva vida, sin ataduras, y no pensaba desaprovecharla llorando su ausencia.
Liath
Aún sorprendida por la aparición de la carta, las palabras de la adivina le resultaron un chiste cruel.
"Tendrás que elegir", le dijo. ¿Elegir entre quién cuando estaba tan sola?
El recuerdo de Lucas la atormentaba.
¿De veras entregarlo a aquella familia fue la mejor decisión?
Liath
La brecha entre los hermanos se hizo, con el tiempo, insalvable.
Pero ninguno recordaba cómo comenzó todo.
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Allí estaban las cerezas.
Sólo los dioses sabrían cómo las consiguió estando fuera de temporada, pero allí estaban. Grandes, rojas, jugosas.
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En su sueño, vestía y se comportaba igual que en la vida real.
Hasta que contempló su reflejo en un charco y vio que su rostro era ahora el de una infame bestia.
Aunque Madre no admitía animales en casa, no tuvo más remedio que aceptar a "Orson", reconociendo el bien que hacía en Sara.
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Julio se tomó tan en serio su nueva religión, que no dudó en adoptar las costumbres de los monjes.
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Saludó a Carlos, como cada día; esperado, como cada día, que él se quedara un poco más y ocurriera... algo.
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Con el beneplácito de sus padres, Jorge se había convertido en un tirano que hacía cuanto se le atojaba.
Liath
Sus sueños eran cada vez más caóticos y retorcidos.
O empezaba a cenar más liviano o dejaba de ver películas después de la cena.
Liath
En su cabeza sólo había sitio para una cosa, las motos, y estaba dispuesto a enfrentarse a cualquiera que intentara disuadirle de perseguir su sueño.
Liath
Como botones era un desastre, pero era único para arrancar sonrisas y destensar el ambiente de la oficina.
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Por más que lo intentaba, no llegaba a alcanzar a entender qué era lo que había dicho para que ella se escandalizara tanto y le mirara llena de dolor.
Liath
No es que tuviera demasiado apetito, pero aún así fue a comprar su acostumbrado menú al lugar donde una sonriente Ana le esperaba ya.
Cerró los ojos lo que le pareció un segundo.
Cuando los abrió, dejaba atrás un maravilloso jardín en flor, para entrar en la casa de su infancia donde la esperaban desde hacía mucho, demasiado tiempo.
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Aislada de lo que le rodeaba.
Concentrada en el libro y en la música, lo único que la sostenía esos días, no le vio llegar...
Liath
Cansada de ilusionarse con seres que terminaban rompiéndole el corazón, decidió retirarse a un lugar aislado, donde nadie pudiera volver a dañarla.
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Como si, del algún modo, hubiera adivinado lo ocurrido, Ramiro corrió raudo a dar consuelo a su madre.
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Elisa pintaba mientras, en el patio vecino, Roberto practicaba con la guitarra.
Esbozó una sonrisa pícara.
¿Y si...?
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Con la excusa perfecta para dar rienda suelta a su locura (se celebraba San Patricio), salió a divertirse.
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Cada uno en una punta del mundo, realizando actividades de su vida cotidiana.
Todos se pararon un instante, al mismo tiempo, como si alguna alarma invisible les hubiera alertado de lo ocurrido.
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El rostro se mantenía oculto bajo la capucha del manto negro que apenas cubría el cuerpo que tan bien conocía.
¿De veras era ella?
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Ella no podía alcanzarla porque estaba siempre lejos, muy lejos de ella.
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Clara lo abandonó todo tras su ruptura con Carlos.
Se fue a un pequeño villorrio y se dedicó a cuidar su jardín.
Y aprendió a ser feliz.
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Con orgullo, fue a recoger su premio.
No sólo había vencido el reto, había superado las críticas, la falta de fe en ella, las presiones y, sobre todo, a su misma.
Liath
Incluso que ellos, tan diferentes, pudieran dar rienda suelta a su pasión.
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Volver al pueblo, reencontrarse con sus amigos de infancia (los que quedaban), compartir disfraces y risas en el carnaval...
Sin duda, fue la mejor idea que había tenido en años.
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Y fue en Lyon, lugar al que no le apetecía viajar, donde volvió a encontrar la inspiración y las ganas de vivir.
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El magnífico animal observaba desde la distancia, como dándonos la bienvenida a su territorio. O eso esperaban.
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Perdida en su mundo, inmersa en el libro que la aislaba del mundo real y sus problemas, no oyó entrar a Javier...
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