Desesperado, necesitado de un hilo de esperanza sobre lo que se avecinaba, acudió al adivino en busca de buenos augurios.
Liath
Desesperado, necesitado de un hilo de esperanza sobre lo que se avecinaba, acudió al adivino en busca de buenos augurios.
Liath
Amancio observaba a sus vecinos, siempre pendiente de sus necesidades y dispuesto a echar una mano.
Liath
Debería ser la etapa más feliz de su vida.
Pero cuanto más crecía su vientre, más se convertía ella en una pálida sombra de mirada perdida en el infinito.
Liath
Elaboró los elementos necesarios para el ritual, tal como le había indicado su amiga.
Puso también toda su fe, esperando que todo saliera bien.
Liath
Le encogió el corazón la estampa de aquella niña pidiendo limosna.
Luego recordó que tenía cosas que comprar aún y se marchó sin mirar atrás.
Liath
La llegada del animal al jardín, no hizo sino mejorar el magnífico fin de semana que habían tenido.
Decidido a solucionar el problema, acudió al templo en busca de respuestas.
Sin embargo, cuando llegó a su destino, ya había encontrado la solución por sí mismo.
Liath
Trataron de convencerle con toda clase de razonamientos y teorías científicas.
Pero vio lo que vio: una inocente hada jugando con las olas mientras la gran Madre de las Hadas, asomaba su rostro a los últimos rayos de sol.
Liath
Caminaba sin rumbo fijo, ensimismada con algo que sólo ella parecía ver.
"Ha perdido la razón", decían.
Eso creían ellos.
Pero no.
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Mientras discutían quien cocinaba mejor, los platos se fueron sucediendo y ellos se quedaron sin probar bocado.
Liath
Pensaba talar el árbol, ahora que su madre ya no estaba.
Pero cuando volvieron del funeral, las ramas apenas podían con la enorme cantidad de manzanas.
Liath
No sabía que dolía más...
Ver cómo su amigo había perdido todo, incluso la razón; o saber que podría haberlo evitado si le hubiera escuchado antes.
Liath
¡Cuántos secretos familiares guardaba aquel viejo árbol!
¿Cómo podían sus hermanos pensar en vender el terreno y consentir que fuera talado?
Liath
Tras lo ocurrido, incluso la conocida y, antaño, tranquilizadora presencia de los molinos le erizaba la piel.
Liath
Centrada como nunca en su vida, se sitúo en el centro del círculo mágico e invocó a sus ancestros, que acudieron prestos a su llamada.
Liath
Fue tan grande su valor y tan cálido y generoso su corazón, que no había lugar en la ciudad que no llorara su muerte.
Liath
Las manzanas continuaban en su lugar.
Los chicos no pasado a por ellas esa mañana, ¿qué podría haberles ocurrido?
Liath
Tímidamente al comienzo, con más confianza según avanzaba, Rosa recitó la oración en homenaje a su amiga, compañera, hermana...
Fui buscándote.
Esperando encontrarte y amarte.
Encontré traición.
Sola, en el camino de vuelta a casa, me encontré a mi misma y me amé como nunca.
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Lo intentó.
Lo intentó con ganas.
Pero aquel hombre de mirada dura le aterrorizaba y abandonó el lugar.
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Creyendo que, al fin, la pesadilla había terminado, Susana tomó un baño que la liberara de todo el estrés de lo ocurrido.
Cómo imaginar que creerían en la versión de Alberto y que ya estaba en libertad...
Liath
Desde el tren veía el humo de las chimeneas de los hogares, invitando al descanso y la paz.
En todos... menos en el suyo.
Liath
Recorrí lo más aprisa posible el camino a casa, sabiendo que mi llegada era esperada.
Ellos me recordaban cada día que sí ocupaba un lugar en el mundo.
Liath
Al fin entendí, que para estar bien, solo me necesitaba a mí misma (en plena forma) y a mi adorada peluda.
El resto del mundo podía esperar.
Liath
Llegaba la época del cortejo de las aves.
Y yo seguía añorando la sensación de que alguien hiciera algo similar por mí.
Todo era mí era dualidad.
Quería, pero temía.
Amaba, pero odiaba hacerlo.
Necesitaba un punto de apoyo, una guía que me ayudara a encontrar el equilibrio.
Entonces, apareció...
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Con un solo movimiento de sus manos, las bestias retrocedieron y volvieron a sumergirse en las oscuras aguas de las que fueron llamadas.
Liath
En un arrebato de desesperación, se arrodilló ante el santo y oró, como mejor supo, por la sanación de su hijo.
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Ella, que amaba el calor y había pasado casi toda su vida junto al mar, encontró su hogar definitivo en aquel paraje permanentemente nevado.
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De todos los presentes, fue precisamente el que más daba la nota a diario, el que se quejó de la situación.
Liath
Nervioso, terminó de vestirse y respiró hondo, tratando de controlarse.
Hoy iba a verla y, por fin, invitarla a salir.
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Mientras descansaba, miró al patio con la ropa recién tendida y Leo jugando a atrapar moscas.
Pedro estaba a punto de llegar y llenaría la casa con su fuerte voz y su risa.
¿Podía haber algo mejor?
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Sin sospechar los movimientos del compañero, Alberto y Juan acudían a colaborar para ayudar al amigo necesitado.
Liath
No solía hacer caso a lo que le decían, pero aquel día...
Aquel día estaba teniendo alucinaciones tan terribles que, por primera vez, se planteó dejar el alcohol.
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El día que Ana la descubrió usando la lupa, se avergonzó de su vanidad y accedió acudir a un especialista.
Liath
Tras tantas caídas y reveses, consiguió marcharse de la ciudad y llegar a su paraíso soñado.
Ahora podía ser uno más, nadie le conocía y podía pasar desapercibido y empezar de nuevo.
Al llegar la hora, Gingko se preparó a esperar pacientemente a que llegara su mejor amigo, el niño de los vecinos.
Liath
Ahora que se había marchado, le gustaba sentarse en el porche y contemplar el sonajero de viento que con tanta ilusión compraron al mudarse allí.
Le gustaba pensar que, al sonar, era ella acariciando los tubos con los dedos...
Su mente comenzaba a fallar, no en vano pronto cumpliría el siglo de vida, pero el recuerdo de su pequeño Manuel permanecía tan nítido como aquel verano.
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Incluso estando rodeada de gente querida que la protegía y la cuidaba, Sara temblaba cada vez que oía aquella canción.
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Cuando creía que la visita al hogar de sus parientes no podía mejorar, descubrió a uno de sus vecinos, un oso polar, mirando por la ventana del salón.
Liath
"Gracias" era la única palabra que salía de sus labios.
Gracias por escucharla.
Gracias por abrazarla.
Gracias por permanecer allí.